lunes, 27 de enero de 2020

El Conde Negro

«Negro tan estimado y de buen concepto, que
  comúnmente le llamaban El Conde Negroy fue
  mayoral y juez entre ellos...”
                                                                                                                             GONZÁLEZ DE LEÓN


Existe en Sevilla, y en el barrio de San Roque, una calle abandonada y sucia, de feísimos edificios, habitados por los descendientes de aquellos Repolidos y Maniferros de que habla Cervantes, la cual lleva el nombre que encabeza estas líneas en memoria de un singular personaje que allí tuvo su residencia a fines del siglo XV.
Escriben puntuales cronistas que era muy general en Sevilla en aquel tiempo la venta de esclavos negros, los cuales para su servicio tomaban los principales señores, y a esto se debía el que se encontrasen en nuestra ciudad muchos negros, que solían juntarse los días festivos por los alrededores de la puerta del Osario en compañía de sus mujeres e hijos, celebrando con la mayor fruición bailes y tertulias al aire libre, según sus usos y costumbres eran.




No se molestaba aquí a los negros como en otras poblaciones sucedía; antes al contrario tratábaseles con mucha benignidad, y el arzobispo don Gonzalo de Mena, que tuvo por ellos gran simpatía, les facilitó medios para que formasen una hermandad, que salía en procesión con sus imágenes el Viernes Santo, siendo también protegidos por el Cardenal Solís y otros personajes de influencia y categoría.
Solían casi siempre los negros corresponder a los favores y mercedes que les dispensaban mostrándose humildes y poco molestos; y para que entendiera en asuntos y pleitos de poca monta nombraron los Reyes Católicos en 1475 a un individuo de la misma raza, que es de quien voy a ocuparme. Fue éste un negro llamado Juan de Valladolid, hombre de templado carácter, de edad madura, y que había seguido a la Corte en gloriosas jornadas dando pruebas de valor y singular tacto, que fueron apreciadas por los Monarcas, quienes en cédula de 8 de Noviembre del citado año de 1475 le decían:
Por los buenos e leales servicios que nos habéis fecho y facéis cada día, porque conocemos vuestra suficiencia y habilidad y disposición, facemos vos mayoral e juez de todos los negros e loros1 libres o captivos que están o son captivos e horros2 en la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla e en todo su Arzobispado, e que no pueden facer ni fagan los dichos negros y negras, loros y loras, ninguna fiesta nin de entre ellos, salvo ante vos Juan de Valladolid… y mandamos que vos conozcáis de los debates y casamientos y otras cosas que juzgado entre ellos hubiese, e non otro alguno, por cuanto sois: persona suficiente para ello, o quien vuestro poder hubiere, y sabéis las leyes y ordenanzas que deben tener, e nos somos informados que sois de linaje noble entre los dichos negros.»
Tomó posesión del cargo Juan de Valladolid y estableció su residencia en una casa de la calle de Santa Cecilia, que es la misma que hoy tiene el título del Conde Negro, pues así fue conocido.
No resultaron desmentidas por los hechos las palabras que en su cédula dedicaban los Reyes Católicos a Juan de Valladolid, pues éste, obrando con singular astucia, y ajustándose a la más puntual justicia, desempeñó su empleo con toda satisfacción y demostrando palpablemente las buenas dotes que poseía.




Pocas son las noticias biográficas que del Conde Negro se han conservado hasta nuestros días, ignorándose con exactitud la fecha de su muerte, que se supone ocurrida en los comienzos del siglo XVI, sin que tampoco se sepa el lugar donde recibió sepultura, y otras circunstancias particulares que de seguro ofrecerían gran interés ahora.
Cuenta la tradición que la casa donde vivió Juan de Valladolid era entonces de gran amplitud y buen aspecto y corresponde a la señalada más tarde con el número 30, la cual conservó largos años en cierto hueco de su fachada una cabeza de barro que se tenía por auténtico retrato del famoso Mayoral de los negros.
En este edificio tenía el honorario Conde su tribunal, ante el que concurrían a diario multitud de negros y negras a ventilar sus cuestiones y a resolver sus disputas, las cuales era oídas con gran calma y flema por Juan de Valladolid, quien, representando con toda gravedad su importante papel, después de escuchadas ambas partes, solía dirigir una larga arenga a los que litigaban, condenando luego allí mismo a aquellos que lo merecían.
Varias anécdotas conozco del Mayoral y juez de los negros, así como algunos actos de justicia por él practicados, que corren todavía en boca de las gentes, las cuales suelen atribuirlos a otros personajes que nada tienen que ver con Juan de Valladolid. Presidía éste todos los domingos los festejos que sus gobernados celebraban en las afueras de la puerta de Carmona, y para ello se colocaba en un estrado, desde el cual daba las órdenes oportunas y que creía más convenientes para el buen orden de los bailes, de los coros, de las máscaras o de la diversión que se estuviera celebrando.
Célebre fue Juan de Valladolid y célebre es también la calle donde tuvo su residencia, en la cual, como dije al principio, se han refugiado los descendientes de aquellos originales tipos que tanto renombre dieron en otros siglos a la Macarena, a la Costanilla y a la Morería.


Recreación del Plano de  Olavide de la ciudad de Sevilla (1771)

1 mulatos

2 libertos





PÁGINAS SEVILLANAS Manuel Chaves Rey.

"La Buñolera"

  Ya no se ve con frecuencia, ciertamente; ya sólo muy de tarde en tarde aparece este tipo ante nuestros ojos, que antaño era indispensable ...