sábado, 29 de febrero de 2020

El sermón de las Mancebías

    

La calle de la Laguna, que por sus hermosos edificios, su esmerada limpieza y su rectitud y anchura es una de las mejores calles de nuestra ciudad, edificose a mediados del siglo XVII en el lugar donde desde muy antiguo tuvieron sus viviendas las mozas del partido, que se hallaban entonces separadas del resto de la población en aquel barrio, conocido con el nombre de barrio de las Mancebías1.




Formábanlo éste multitud de casuchas desiguales y de horrible aspecto, y para entrar en él había que traspasar un arquillo situado al final de la calle de Atocha.
En aquel barrio existía una laguna de pestilentes aguas, que allí afluían de diversos sitios, y a esto se debió que la calle tomase el nombre que aún lleva.
Muy crecido era a la verdad el número de las distraídas mozas que en las mancebías habitaban y, a fin de tenerlas a raya, el Ayuntamiento costeaba un personal bastante numeroso que de continuo las vigilase y examinara, dando también con frecuencia sabias órdenes encaminadas a contener los excesos y abusos de aquellas mujeres que por tan malos caminos iban.
No satisfecho con esto, y a fin de atraer a las ninfas por la mejor senda, el Cabildo nombraba un alguacil que las llevaba los domingos a oír misa, haciéndolas confesar y comulgar en la iglesia de San Francisco cuando era llegado el tiempo de Cuaresma; y por si aún no era suficiente, todos los años se celebraba en la misma mancebía una función religiosa, acerca de la cual hemos leído detalles muy curiosos y que tal vez desconocerán nuestros lectores.
Celebrábase esta fiesta de las rameras el día 22 de Julio2, revistiendo caracteres de grande solemnidad, a la que contribuía mucho el Ayuntamiento, y aun algunas personas ricas y devotas.
Alzábase en el centro de una calle de la Mancebía cierta cruz de hierro que descansaba en un ancho pedestal con gradas, y ante esta cruz colocábase un púlpito, desde el cual algún fraile anciano y que reuniese buenas dotes oratorias pronunciaba un larguísimo sermón dirigido a las Aspasias y Proserpinas.
Éstas, a quienes se obligaba a abandonar sus tugurios, rodeaban al predicador guardando la mejor compostura que podían, y escuchando con el mayor silencio las palabras del fraile, empeñado en convencerlas de lo que las mozas no se querían convencer.
A este sermón no faltaban nunca los señores del Cabildo municipal, y algunos caballeros de la nobleza, quienes solían colocarse en largos bancos que en lugar señalado se situaban.



Daba principio la fiesta religiosa al mediodía, y cuando el orador sagrado bajaba del púlpito, después de agotar todos sus razonamientos y amenazas con las ninfas, éstas oían una arenga de los individuos encargados de vigilarlas, y terminaba el acto con una detenida inspección del burdel y de sus moradoras.
«Pero no siempre—escribe el médico Pizarro en un curioso folleto—las predicaciones daban su fruto, pues algunos mal intencionados hallaban modo de turbarlas con escenas inconvenientes, ora ocultándose de antemano en la Mancebía, ora penetrando por un portillo que existía cerca de la laguna...»
Los días de fiesta iban a los lupanares algunos sacerdotes, quienes pronunciaban de tugurio en tugurio pláticas religiosas encaminadas a salvar a aquellas almas pecadoras empedernidas.
Las mozas, que no eran muy aficionadas a recibir tales visitas, para excusarse de ellas, comenzaron a salir de la Mancebía, estableciéndose en aquellos puntos de la ciudad donde creían estar más tranquilas para dedicarse a sus negocios, y de aquí resultó que el barrio fue quedando desierto de sus antiguas moradoras.
Por los años 1640 empezaron los derribos de aquellos lupanares, construyéndose algún tiempo después la hermosa calle de la Laguna, y desapareciendo para siempre el inmundo barrio de las Mancebías.

Marcado en amarillo la zona de las mancebías, 
sobre una recreación del mapa de Olavide (1771)


1. Para obtener información sobre las Mancebías se puede recurrir a la documentada página  

2. Día en el que la Iglesia celebra la conversión de María Magdalena.

PÁGINAS SEVILLANAS Manuel Chaves Rey.

"La Buñolera"

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