"Las tapadas", en Cosas nuevas y viejas.1
Costumbre muy arraigada era en las mujeres españolas en los siglos XVI y XVII salir a la calle cubiertas con mantos, y de las más afectas a ese uso fueron las damas de Andalucía, y particularmente las sevillanas, que en esto de ir tapados los rostros como en otros varios hábitos que tenían, veíanse claros los restos de costumbres mahometanas de lejanos días que no habían podido desechar, dado que aunque ellas no quisieran, algo de sangre moruna por sus venas corría.
Iglesia de San MarcosEra el manto en las mujeres de Sevilla prenda de gran estima e imprescindible en multitud de ocasiones, aún para las de más elevada posición (…): “Usan (las sevillanas) vestidos muy redondos, se precian de andar muy derechas y menudo el paso, y así las hace el buen donaire y gallardía por todo el reino, en especial por la gracia con que lozanean y se tapan los rostros con los mantos y mirar de un ojo, y en especial se precian de muy olorosas, etcétera, etcétera”.
Prenda muy apropósito era el tupido manto para las aventuras y galanteos (…) y con harta frecuencia los autores de aquellos tiempos se lamentaban de los lances a que el uso de tal prenda daba lugar y en los cuales había con frecuencia tajos y cuchilladas de galanes rivales o de burlados esposos o amantes.
Grande disgusto tuvieron las damas hispalenses al conocer el documento, habiendo muchas a quienes no les asustó ni lo de la multa de los veinte mil maravedís, ni lo de la pérdida del manto, y se presentaron envueltas en él por las calles, en las iglesias y en los corrales de La Montería y en el Coliseo.
De aquí surgieron no pocos lances, y aunque algunas mujeres alegaban, para excusarse de cumplir la pragmática, los privilegios o fueros que gozaban su padre y marido, viendo que tampoco este recurso les daba resultado, y que las gentes de la justicia no andaban tardías en las denuncias, en más de una ocasión excitaban a sus deudos y allegados para que buscasen medios e influencias con que dejar de cumplir lo ordenado por el rey.
Pero durante algún tiempo nada pudieron conseguir las sevillanas a favor de su prenda tan estimada, dándose el caso de que no pocas se excusaban de salir con la frecuencia que antes lo hacían, por no hacerlo en cuerpo y con el rostro descubierto (…).
Pero campaña que la mujer emprende tarde o temprano la gana, y así sucedió entonces, que a cabo de algún tiempo la pragmática quedó sin cumplimiento y volvieron a verse por las tortuosas calles de Sevilla y a todas horas, lo mismo que antes, las misteriosas tapadas, cebo de galanes, y que eran nota tan característica en la España de aquellos tiempos.
1El relato que ahora traemos pertenece a Cosas nuevas y viejas, libro de Chaves Rey editado en 1904 y reeditado en 1990 por Caja San Fernando de Sevilla y del que hemos eliminado algunos párrafos por no entretener la narración y que consideramos prescindibles, pero a los que siempre podrá acudir el lector interesado.
Os aconsejo entrar en el enlace que os adjunto que es una delicia de investigación e información:
EL CORRAL DE LA MONTERÍA DE SEVILLA. RECONSTRUCCIÓN VIRTUAL DEL EDIFICIO ESCÉNICO Y DE SU DISPOSITIVO ESCÉNICO.
Grupo de Investigación Teatro del Siglo de Oro. (Bolaños-De los Reyes-Palacios-Ruesga) Revista APUNTES DEL ALCÁZAR DE SEVILLA Nº 17 (2016) Páginas: 8 a 29
https://www.alcazarsevilla.org/publicaciones/apuntes-del-alcazar-17/