martes, 31 de diciembre de 2019

El horno de las brujas



Son sin duda espíritus vaporosos que engendra la tierra,
 como los produce también el agua. ¿Por dónde habrán desaparecido?
 
 Shakespeare




La calle que hoy tiene el nombre del eximio poeta y sabio genealogista D. Gonzalo Argote de Molina era en lo antiguo una de las calles más irregulares de la población, en la que existieron, entre algunos buenos edificios, varias casuchas que servían de guarida a gente de fama nada envidiable y de costumbres no muy dignas de imitarse.
Cuenta la tradición que en una de estas casuchas, la más sucia y abandonada de todas, habitaba a fines del siglo XV cierta anciana a quien tenía el vulgo por mujer sobrenatural y extraordinaria, con sus puntos y ribetes de hechicería.
Era la vieja de miserable aspecto y de horrible catadura, muy dada a la confección de filtros y brebajes, echadora de cartas, adivina de lo porvenir y muy amiga de todas las hembras de su calaña, con quienes solía reunirse por las noches, entregándose a ceremonias misteriosas que daban mucho que hablar a los vecinos del barrio. Tenía la bruja un hijo, sabe Dios de quién, mocetón zafio y descreído, espadachín y pendenciero, que le ayudaba en sus ridículas faenas, y el cual promovía con frecuencia grandes escándalos siempre que al amanecer llegaba a acostarse, acompañado de mujerzuelas y gente de la heria1, entre quienes pasaba una vida ociosa y degradada.
Sucedió una noche, que llegando solo por casualidad y embriagado a su casucha, halló la puerta tan cerrada que por más golpes que dio en ella no consiguió que le abriesen, pues la madre y las demás brujas que con ella estaban entonces en un sótano, embebidas con sus prácticas de hechicería, ni oyeron los aldabonazos ni los gritos y juramentos del mocetón.



Aburrido éste, y no pudiendo apenas 
tenerse en pie, efecto del mucho mosto que se había echado al coleto, a falta de otro lugar más a propósito donde pasar el resto de la noche, que era fría y desagradable, metióse en un gran horno que en el muro exterior había, y que por la mañana solía encender la vieja para que fuesen a cocer el pan los vecinos, que por tal servicio pagábanle algunos maravedíes, cuya cantidad no precisa la tradición.
No bien entró el zafio en el horno, acometióle un profundo sueño, quedando tan dormido, que después de salir el sol continuaba roncando sobre los ladrillos cual pudiera hacerlo en una cama de blandas plumas.
Y sucedió después, que llegada la hora en que la horrible bruja solía encender el fuego, cuando estaba aventando los secos troncos, oyó gritos pidiendo socorro, y al conocer por la voz que quien los daba no era otro sino su propio hijo, desesperada de no poder salvarle, y después de inútiles esfuerzos, cayó al suelo de rodillas, con las manos cruzadas y rezando a toda prisa cuantas oraciones le vinieron a la memoria.
Acudieron algunas personas al lugar del suceso, sin que ninguna pudiera contener las llamas, que rápidamente habían adquirido las mayores proporciones, haciendo ver a los que quisieron verlo que aquello no era otra cosa que un providencial castigo a las impiedades del hijo y a las hechicerías de la madre.
Pero he aquí que cuando más apurada era la situación, cuando nadie podía acercarse al horno por la intensidad del fuego, que amenazaba destruir el edificio, acertó a pasar la calle un fraile de la orden de San Francisco, llamado Fr. Diego de Alcalá, varón muy respetado del vulgo y a quien se le atribuían algunos milagros.



Comprendió el regular que aquella desgracia podía arreglarse, y compadecido de los lamentos de la vieja y de los ayes del zafio, corrió con premura a rezar un par de Salves a la Virgen de la Antigua, y lo mismo fue hacerlo al llegar a la Catedral, se apagaron las llamas instantáneamente, saliendo en seguida el muchacho del horno sin la más leve quemadura.
Ante el milagro, la anciana abandonó sus brebajes, sus filtros y sus brujerías, haciéndose ferviente devota, y el mozo tomó la buena senda, llegando a ser con el tiempo prior de un convento de franciscanos en Granada.
Esta es la tradición que dio origen a que la calle que tiene hoy el nombre ilustre de Argote de Molina se llamase durante muchísimos años calle del Horno de las brujas; si bien no me es desconocido el origen que otros autores le atribuyen con buenas pruebas, asegurando que allí vivieron dos hermanas que tenían un horno donde fabricaban tortas al estilo del pueblo de Brujas.


1 Conjunto de bribones.


9 comentarios:

  1. Precioso relato. Maravillosos dibujos que te introducen totalmente en la historia.

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  2. Hola. Quiero felicitar a las autoras de este blog. Me gusta muchísimo, tanto en los relatos como en los dibujos que los acompañan; pues, si de los primeros aprendes muchas curiosidades, los segundos los ilustran muy sagaz ente. Espero poder seguir disfrutándolo y compartiéndolo mucho tiempo. Feliz 2020

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    1. Comparto su opinión, doña Lola 😉
      Larga vida al blog

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  3. Qué bonito, lo he recordado como una de las historias q nos contaba mi padre, además lo iba viviendo en cada uno de los detallados dibujos, felicidades

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  4. Bonita leyenda y muy bien narrada. Felicidades a las autoras 😊
    En esta historia vemos la confrontación entre los antiguos cultos precristianos y la triunfante iglesia católica. Se ensalza el poder y la verdad de la iglesia a través de su capacidad para obrar milagros en contraposición a la antigua religión lunar y de culto a la Diosa Madre que es tachada como zafia, supersticiosa y malvada.
    Al final la Iglesia impone su fe y los paganos se convierten. Nada de brujerías 🧙🏻‍♀️

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  5. Narración genial, acompañada de ilustraciones con un sello muy personal.¡Me encantaaaaa!

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  6. Me gustaría aclarar que los textos y relatos de este blog son de Manuel Chaves Rey, en la pestaña lateral derecha hay un pequeño comentario de él.Rescata muchas leyendas antiguas, la del horno de las brujas la sitúa en el siglo XV, de este siglo era también uno de sus personajes, Fray Diego que en vez de llamarse de Alcalá, debería llamarse de San Nicolás del Puerto porque es en este municipio sevillano donde nació.
    Una historia de brujas malvadas, una leyenda que existía para adoctrinar.La última mujer ajusticiada por la inquisición con el garrote y la hoguera fue "La beata Dolores" el 24 de agosto de 1781, hace muy poco tiempo de esa barbarie, no os parece?
    Por último, Chaves Rey, nos cuenta la leyenda y al final, en cierta forma, la relativiza y comenta que tal vez el nombre de la calle fuera por ser allí donde se hacían y vendían las famosas tortas al estilo de Brujas.

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    1. Buena matización. Cuando la Inquisición no podía adoctrinar o reconducir al hereje, lo ajusticiaba. Aunque también es justo reconocer que en los países protestantes del norte de Europa quemaron en la hoguera a decenas de miles de personas. Muchísimas más que aquí. La inquisición española daba la oportunidad de arrepentirse y retractarse, y de este modo se podía evitar la condena a muerte.

      En fin, por decir algo más dulce, vamos a probar las famosas tortas de brujas 😋

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  7. Los textos son extraídos de "Páginas sevillanas" de Manuel Chaves Rey.

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PÁGINAS SEVILLANAS Manuel Chaves Rey.

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